Suena el teléfono. Esta vez atiendo.
Se queda quien llama en silencio, como sorprendido.
- Disculpe, disculpe…- Dice la voz de una mujer de mediana edad.
Una voz que me suena más inteligente que bonita.
- A ésta le ha chocado que la atendiera una mujer.- Me digo.
Entonces surge en mi imaginación:
- Lo llamaba a él .
¿A mí que me importa…?
Si era número equivocado, debió disculparse, pero se abatató.
Un suave calor sube por mi pecho, mientras baja por la garganta el sabor del vino blanco (ese que espera la pizza). Un calor que me recuerda a los celos.
¡Pobre mujer!, sería una tontería celarla. Me doy cuenta de estar armándome una película.
Pero ella se cortó, algo le disgustó… Mi fantasía nada tiene que ver con su huída.
A ver, si es así, si lo llamaba a él, ¿Porqué tendría celos yo de esta pobre? ¿Quién conoce mejor a ese hombre que yo? ¿Quién lo tuvo de verdad, cuando estaba en el límite de sus actos de fe? ¿Quién, vivió más profundamente sus mejores ofertas y sus indiscutibles demandas?
Voy a la cocina a robar un trocito de queso, lo veo allí. Sigue siendo tan hermoso como el día en que lo conocí.
Me aparecen unas apetencias por las que desecharía la cena.
Me abro a unos deseos, por un hombre, al que por lo visto, en algún lugar continúo sintiendo mío.
3 comments:
Hermoso, me cautivo...
Sin dudarlo..¡¡¡¡HERMOSO!!!!
ays...
y eso que tiene las palabritas calladas...
PRECIOSO!!!
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