Una Estrella

Llegó como los rayos de luna cuando Él dormía. Se metió por la ventana del corazón y se apodero de Él. Calladamente sin dejarlo sospechar nada, con su luz de día a día, fue iluminando su existencia y robándole sus estrellas para adornarse el pelo. Cada noche llegaba la bella hechicera y como no queriendo esparcía los polvos de sus conjuros para lograr que el se fijara en la luminosidad de su ser. No sospechaban ninguno de los dos lo que el otro guardaba dentro del cajón de las ilusiones y deseos. En su pensamiento Él creía que a lo más que podía aspirar era tener una mirada de aquella hechicera de la cabellera adornada de luz de luna y estrellas. No era capaz de ver que esas estrellas eran las que la hechicera le arrebataba cada día. Ella –La hechicera-- proseguía con sus embrujos día a día pensando que había perdido su toque de magia. Había probado todo y no podía lograr que aquel mortal se diera cuenta que cada noche al entrar por la ventana lo que Ella pretendía, lo que anhelaba era entregarle su magia de luz. Él parecía no prestarle más atención que la que prestaba a los demás seres que entraban día a día a su existir.
Redoblo los hechizos, esparció polvos de estrellas y cometas, hizo conjuros, elaboro nuevas pócimas, probo nuevas varitas mágicas y todo parecía inútil y sin sentido.
Viendo las estrellas y la luna que su niña hechicera, a la que habían arrullado desde el momento de nacer con sus rayos de luz, no lograba que Él se diera cuenta del amor que su pequeña le brindaba y venciera el miedo de aceptar aquella ofrenda, decidieron otorgar un regalo aquel ciego mortal. Enviaron al Gnomo que baila en el bosque a la luz de la luna y las estrellas con un encargo. Le entregaron una caja bellamente adornada de cuyo interior salía una luz radiante y sumamente hermosa. Le dijeron: Siempre te hemos dado nuestros mejores rayos de luz y ahora necesitamos de Ti. Ve, entra por la ventana del corazón de ese mortal y entrégale esta caja. Dile que deberá cuidarla y que la estrella que tiene dentro, es la estrella de su felicidad, que cuando encuentre a una hechicera que le parezca inalcanzable se la entregue para que el conjuro se cierre y pueda ser feliz.
Dicen que lo hizo así y que desde el momento que lo hizo su vida cambio, y que por las noches a partir de entonces se ve en la cara sonriente de la luna, la silueta de una hechicera enamorada que va en busca de su amado